Lo primero que sorprende del mallorquín Melcior Comes, de verbo apasionado y rotundo, que acaba de ganar los 6.000 euros del premio Pla 2008, es el entusiasmo con el que habla de otro escritor, también isleño y con nombre de rey mago, Baltasar Porcel, al que no duda de calificar como el más grande del momento. Se podría aplicar al caso la vieja frase de «Hay un solo Dios que es Porcel y Comes es su profeta».
Lo segundo es que haya escogido como argumento para la novela ganadora, «La batalla de Walter Stamm», el asunto más esquinado de la II Guerra Mundial como es el universo concentracionario, que ha sido poco cultivado en la literatura española por figuras como Jorge Semprum o Joaquín Amat Piniella o los boletines de hermandades o amicales de supervivientes del desastre.
El joven autor tuvo un cuidadoso esmero para irse deslindando de escritores como Littell, Mailer, Junger, Kogón, Lanzmann y muchos otros que se han acercado al gran asunto del siglo XX. Tampoco faltó la socorrida frase de Adorno sobre si puede haber Arte despues de los campos de exterminio, que tanto florecieron en diversas latitudes y longitudes del XX y lo que va del XXI.
Personaje complejo El personaje central del relato ganador del Pla, Walter Stamm resulta ser muy elaborado y se convierte en testimonio a los ojos del lector de lo mucho que se ha documentado y leido el joven autor, antes de meterse en harina concentracionaria. Citó a diversos autores de libros sobre la batalla de Estalingrado, pero parece no conocer a Teodoro Plevier que elaboró un trabajo demoledor, tras interrogar a muchos supervivientes del bando vencido.
Stamm es un estudiante berlinés que va a parar a las mallas de la Gestapo por una futilidad (a ojos actuales). Lo que sigue entra dentro de la ilógica del terror: Tribunal del Pueblo, Freisler, deportación a los campos mezclado con otros parias del momento como: disidentes políticos (los comunas, en el lenguaje nazi del momento), disminuídos físicos, testigos de Jehová y pacifistas diversos, gitanos, protestantes y católicos pacifistas. El abanico fue realmente muy amplio.
La primera generación de los campos fueron disidentes alemanes de todo tipo; antes de que empezara la deportación de guerrilleros, resistentes, polacos y judíos procedentes de todos los puntosp de Europa. Los republicanos españoles, capturados mayoritariamente en Francia, son uno de los muchos ejemplos de la universalidad de esta deportación.
Comes reivindicó el que la literatura catalana pueda abordar temas universales, alejándose del folclore y el costumbrismo mediterráneo habitual.La segunda parte de la obra está dedicada a los combates en el frente del Este, hielo, terror y muerte. El personaje ve su sentencia conmutada por el enrolamiento en un batallón disciplinario que va pasando por diversas manos hasta acabar trabajando para el desescombro en Estalingrado. Debe ser la primera novela sobre ello.
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